La Ruta 66 y el racismo

•febrero 7, 2019 • Deja un comentario

Con motivo del estreno en España de la película ‘Green book’ (Peter Farrelly, 2019), vamos a adentrarnos en un capítulo oscuro de la historia de la Carretera Madre (y, en general, de Estados Unidos), desconocido por muchos, pero que por desgracia también forma parte del legado de este mítico trazado.

La Ruta 66 ha simbolizado desde su creación el progreso, la libertad y el sueño americano; el viaje al oeste hacia un futuro dorado, la luz al final del túnel. Las imágenes icónicas que todos tenemos en mente de la Ruta son de familias blancas de clase media que se lanzan con sus caravanas a recorrer el interior del país. Pero la experiencia de viajar por carretera no fue la misma para todos.

Ser negro y viajar por la Ruta 66 durante la era Jim Crow era potencialmente mortal. Los negros que viajaban por el oeste evitaban las pequeñas poblaciones y procuraban pernoctar en las ciudades, y aún así era difícil encontrar alojamiento. Era el paradigma del ‘driving while black’, un concepto que implica que un oficial de policía podría detener a un automovilista debido a un sesgo racial y no porque haya violado ninguna ley de circulación.

Las conocidas como leyes Jim Crow (término despectivo utilizado para referirse a los afroamericanos durante el siglo XIX) propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas, y se aplicaron a los negros y a otros grupos étnicos minoritarios hasta 1964.

Así nació el ‘Libro Verde del Conductor Negro’, una guía anual para los viajeros afroamericanos, comúnmente conocida solo como Green Book, en la que su autor, un cartero de la ciudad de Nueva York, Victor H. Green; recopiló entre 1936 y 1966 las gasolineras, hoteles, restaurantes y demás establecimientos en los que se atendía a la población de raza negra. Si bien la discriminación racial y la pobreza generalizadas limitaban el acceso a los coches, la clase media afroamericana emergente compró automóviles tan pronto como pudo para eludir la segregación del transporte público.

Se suponía que el Oeste era más progresista que el Sur pero, de hecho, la segregación racial estaba en plena vigencia. Los negros no podían comprar, dormir ni comer en la mayoría de las empresas de propiedad blanca. Casi la mitad de los condados a lo largo de la Ruta 66 eran comunidades totalmente blancas. El censo de los años treinta catalogó estos lugares como sundown tows’, ciudades en las que si eras negro y seguías en la calle más allá del ocaso podías ser arrestado… o algo peor.

La Ruta 66 reflejó fielmente este capítulo vergonzoso en la historia estadounidense, donde tan solo un 10% de los establecimientos existentes eran listados en el libro de Victor Green. Los dueños de estos negocios proporcionaron comida, refugio y servicios a la población negra, tomando partido en contra de la discriminación.

Tras una primera edición enfocada en Nueva York publicada en 1936, Green amplió el trabajo para cubrir gran parte de América del Norte, incluida la mayor parte de los Estados Unidos y partes de Canadá, México, el Caribe y las Bermudas. Aunque era poco conocida fuera de la comunidad afroamericana, la publicación de Green se convirtió en «la Biblia de los viajes negros». Poco después de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohibió los tipos de discriminación racial que hicieron necesario el Libro Verde, la publicación cesó y cayó lentamente en el olvido.

Green dijo que quería evitar al viajero negro incomodidades y bochornos. Pero era mucho más que eso. Fue un compañero de viaje esencial que proporcionó información vital y posiblemente salvadora. En el siguiente enlace se puede consultar un número completo:

Viajar es fatal para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente” Mark Twain

El Route 66 Corridor Preservation Program ha realizado un inventario de propiedades listadas en el Libro Verde durante la época de la segregación racial. Aunque la mayoría ya no existen, algunos nombres como El Rey Court (Santa Fe), La Posada (Winslow) y Du Beau’s Motel Inn (Flagstaff) sobreviven a día de hoy, testigos de un pasado incómodo que debe ser mostrado a las nuevas generaciones.

La canción de la Ruta 66

•noviembre 23, 2017 • 3 comentarios

Bobby Troup, un músico en ciernes que quería abrirse camino como compositor de bandas sonoras en Hollywood, realizó en 1946 un viaje que marcaría su carrera. Junto a su esposa, el artista recorrió el país de costa a costa, desde Pennsylvania hasta California. Diez días que le sirvieron para crear su obra más reconocida. Poco podía imaginar en aquel momento que su nombre iba a quedar para siempre ligado al de la Ruta 66.

La Ruta 66 ha inspirado muchas canciones a lo largo de sus 91 años de vida pero, sin duda, la más importante y la que contribuyó a su fama fue la creada por Troup en 1946. La canción supone un recorrido por las ciudades más importantes del trayecto y ha sido versionada en infinidad de ocasiones por grupos de muy diversos estilos. Nuestra intención es compartir con vosotros nuestras covers favoritas y también, por qué no, algunas de las más curiosas creadas a lo largo de las décadas. Empecemos…

1940s

Desde el principio, ‘Get your kicks (on Route 66)’ se convirtió en un gran éxito popular. El primero en grabar la canción fue Nat King Cole Trío, en 1946:

Ese mismo año, Bing Crosby & The Andrews Sisters y The Pied Pipers también la tocaron:

1950s

En la siguiente década, solo algunos artistas se adentraron en el estudio para hacer su versión. En este caso, el solista Perry Como añadió más letra y más ciudades:

1960s

Con la cover realizada por Chuck Berry en 1961 se produjo un relanzamiento de la canción, que fue secundado por el desembarco de grupos británicos como Them o The Rolling Stones en Estados Unidos:

1970s

De los pocos grupos que se aventuraron con esta canción durante los 70 resaltamos a Dr. Feelgood y Asleep at the Wheel:

1980s

Otra buena década para la canción «oficial» de la Ruta 66. Varios grupos versionaron el tema durante los 80, desde muy diferentes estilos además:

1990s

Durante esta década destacan las versiones que hicieron The Cramps y el líder del grupo Stray Cats, Brian Setzer, con su orquesta. El rockero argentino Pappo hizo también su particular versión en español:

2000s

Con el estreno de ‘Cars’ (John Lasseter, 2006), la canción de la Ruta se dio a conocer a nuevas generaciones con esta versión de John Mayer creada para la película de Pixar:

2010s

Una de las últimas grandes covers de la canción fue la interpretada en 2012 por Glenn Frey, miembro fundador del mítico grupo Eagles. La relación de esta formación (y del propio Frey) y la Carretera Madre se remonta a los años 60, cuando compusieron la canción ‘Take it easy’ con su famosa estrofa ‘Standing on the corner on Winslow, Arizona…’, incluida por supuesto en nuestro especial 30 CANCIONES PARA SURCAR EL ASFALTO:

Si después de escuchar todas estas canciones aún te quedan ganas de «rutear», en este enlace tienes todas (o casi todas) las versiones que se han realizado de ‘Get your kicks (on Route 66)’.

Bueno, después de este pequeño repaso musical a la historia de la Ruta 66, ¿con cuál te quedas tú? ¿conoces alguna que no esté en la lista?

El pueblo de los burros. OATMAN, AZ

•marzo 21, 2017 • Deja un comentario

Una de las estampas más peculiares de la Ruta 66 la encontramos en Oatman. Situado en la frontera entre Arizona y California, supone la antesala al desierto de Mojave.

La historia de este viejo enclave minero se remonta a 1915, cuando se halló la primera veta de oro y se estableció un campamento provisional. En pocos años, Oatman prosperó y llego a alcanzar una población de 3.500 habitantes. Sin embargo, tras la II Guerra Mundial las explotaciones fueron cerrando hasta que, en 1953, los últimos mineros abandonaron el pueblo, dejando tras de sí a los burros utilizados para cargar el mineral.

Para aquel entonces, el tramo de Ruta que serpenteaba montaña arriba para llegar hasta Oatman había sido sustituido ya por otro menos sinuoso y, sobre todo, menos peligroso. No en vano, la Carretera Madre fue conocida durante décadas como ‘Bloody 66’ («Sangrienta 66»). Tan peligrosa llegó a ser que, incluso, se ofrecía la posibilidad de alquilar un chófer para que condujese los vehículos a través de las montañas. En este sentido, la subida a Oatman fue durante años uno de los mayores puntos negros de toda la 66.

Pese a todo, al igual que con el tramo de Santa Fe en Nuevo México, os recomendamos encarecidamente que toméis el alineamiento antiguo tras salir de Kingman para disfrutar de este pintoresco lugar. El tramo se ha quedado obsoleto, el pavimento está en malas condiciones y ni siquiera cuenta con quitamiedos, pero lo que nos espera al final del camino merece la pena.

Oatman es famoso sobre todo por sus burros salvajes, que recorren libremente las calles del pueblo en busca de comida y que se han convertido en una atracción turística más. Allí podréis alimentar a los animales sueltos con un poco de ‘burro chow’, una bolsa compuesta generalmente de heno o zanahorias que venden en todas las tiendas del pueblo por el módico precio de un dólar.

Por lo que respecta al pueblo en sí, este no ha cambiado mucho desde entonces. Uno puede sucumbir aún a la fiebre del oro visitando alguno de sus saloon o asistiendo al duelo que se celebra puntual todos los días a las 13,30h en la calle principal.

Mención especial merece el Oatman Hotel, un alojamiento mítico utilizado por los actores Clark Gable y Carole Lombard, primero para sus escapadas de fin de semana y, posteriormente, para celebrar su luna de miel. De hecho, a día de hoy es posible alojarse en la misma suite que ocuparon. Por otra parte, el bar del hotel es célebre por estar empapelado desde suelo hasta el techo con billetes de dólar firmados a lo largo de los años por los viajeros. El hotel cuenta, incluso, con su propio fantasma, Oatie the Ghost’, un amigable poltergeist que merodea por los pasillos del hotel, o eso es lo que dicen sus propietarios. Se cree que es el espectro de William Ray Flour, un minero irlandés que fue encontrado sin vida en el patio trasero del hotel, víctima seguramente de un consumo excesivo de alcohol.

 

Blue Swallow Motel. TUCUMCARI, NM

•enero 18, 2017 • 1 comentario

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Coordenadas GPS: N 35° 10.329 W 103° 42.973

815 E Rte 66 Blvd
Tucumcari, NM 88401
 

El motel de la golondrina azul es uno de los más concurridos de toda la Ruta 66. Se encuentra ubicado en la hermosa y animada población de Tucumcari, en el estado de Nuevo México. En sus años dorados, decenas de reclamos con el lema Tucumcari tonight! anunciaban varios kilómetros antes su proximidad en los arcenes de la Ruta. En aquella época, desde la postguerra hasta mediados de los 60, la ciudad llegó a contar con más de 2.000 habitaciones de motel.

Su construcción se inicio en 1939 y dos años más tarde entraba en funcionamiento. En 1958, Floyd Redman adquirió la propiedad como regalo de compromiso para su futura esposa Lillian. El matrimonio dirigió el negocio ininterrumpidamente durante cuatro décadas.

Tras la muerte de su marido, Lillian Redman vendió el motel en 1998 y, tras pasar por varios propietarios, fue adquirido en 2011 por los actuales, Kevin y Nancy Mueller. El Blue Swallow ha sido restaurado con esmero y cuenta con iluminación y mobiliario vintage. Cada habitación dispone de un garaje adyacente donde guardar el coche. Su famoso neón, uno de los más originales de toda la Ruta, fue restaurado años atrás y luce en todo su esplendor.

Si estás pensando alojarte en él, tendrás que reservar con bastante antelación, especialmente si vas durante el periodo estival, suele estar completo. Por cierto, las barbacoas nocturnas que se organizan en verano son épicas.

Todavía, a día de hoy, Tucumcari es de las ciudades más auténticas del viaje, conserva ese espíritu y esa iconografía que hizo de la 66 la calle principal de América. A ambos lados de la calle se pueden ver decenas de letreros luminosos y todo tipo de reclamos publicitarios de moteles, tiendas, restaurantes y gasolineras.

 

Exposición ‘Alquitrán y Gasolina’, 90 años de la Ruta 66

•noviembre 30, 2016 • Deja un comentario

Miguel Ángel Soto LópezBueno, bueno, el mes de noviembre ha sido una locura. El día 11, coincidiendo con el 90º Aniversario de la entrada en servicio de la Ruta 66, inaugurábamos en Almería la exposición fotográfica ‘Alquitrán y Gasolina, 90 años de la Ruta 66’. Durante una semana, nuestras imágenes de la Carretera Madre se han mimetizado con las motos y los artículos expuestos en el concesionario Harley-Davidson de la ciudad, enriqueciéndose mutuamente.

La verdad es que ha sido una pasada poder contar con la confianza y apoyo de una marca mítica con más de 100 años de historia. Desde aquí, agradecemos a Harley-Davidson Almería la confianza depositada en el proyecto, en especial, a su gerente Ricardo Salvador.

 

 

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La expo ha tenido una repercusión magnífica en los medios de comunicación, así que no podemos estar más felices 🙂 Aquí os dejamos un pequeño extracto de lo aparecido en prensa, radio y tv:

 

 

 

Entrevista en el programa ‘La Noche de COPE’

 

Entrevista en el programa ‘El Canto del Grillo’ de RNE

 

Nuestra intención ahora es llevar la exposición a otros espacios, otras ciudades quizás interesadas en conocer algo más la Ruta 66, todo es posible. Os mantendremos informados.La verdad es que hay muchas horas de trabajo y dedicación detrás de esta exposición y para nosotros es una sensación increíble que haya gustado tanto. ¡¡Muchas gracias a todos!!

Blue Whale. CATOOSA, OK

•noviembre 29, 2016 • Deja un comentario

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Coordenadas GPS: N 36° 11.600 W 095° 43.967

2600 OK-66
Catoosa, OK 74015
bluewhaleroute66.com
 

La ballena azul de Catoosa es una de las atracciones más reconocibles de la Ruta 66, pese a su relativa juventud. Fue construida en 1972 por Hugh Davis, un trabajador del zoo de Tulsa, como regalo de aniversario para su mujer Zelda, que coleccionaba figuritas de porcelana.

La tarea de construcción fue ardua. Según las notas de Davis, empleó casi 3.000 horas en aplicar cemento al esqueleto de metal que le había soldado un amigo suyo. Dos años tardó en estar lista pero, una vez terminada, la ballena y su estanque se hicieron rápidamente un hueco en el corazón de todos. Aunque, en un principio, la intención de su creador era darle un uso privado, al ver el interés que despertaba entre los viajeros decidió abrirla al público.

Hugh Davis siempre tenía proyectos en mente, y cuando se jubiló amplió la instalación con un rancho de caimanes, un arca gigante de madera denominada Animal Reptile Kingdom y una zona de picnic.

La ballena azul permaneció abierta ininterrumpidamente pero, en 1988, la artritis impidió al anciano señor Davis seguir haciéndose cargo de la instalación. Tras su fallecimiento, tan solo dos años más tarde, el complejo fue deteriorándose progresivamente, hasta que en 1997 se lanzó una campaña de recogida de fondos para restaurarla a su estado original.

En la actualidad, los herederos de Hugh, con la ayuda de voluntarios y compañías privadas, mantienen la instalación abierta para que los viajeros de la Ruta puedan seguir adentrándose en las entrañas del viejo cetáceo azul de Catoosa.

Exposición Fotográfica – RUTA 66

•noviembre 2, 2016 • Deja un comentario

¡Muy buenas a todos! El próximo viernes 11 de noviembre, coincidiendo con el 90º Aniversario del nacimiento de la Ruta 66, vamos a realizar una exposición de fotografías en Almería. Estaremos a partir de las 20,30h en el concesionario Harley-Davidson de Almería, situado en la calle Manuel Azaña, 165.

Hemos creado un evento en Facebook desde el que podéis seguir todas las novedades de la exposición.

La muestra podrá ser visitada hasta el día 18 de noviembre, en horario de 9,30h a 13,30h y de 17h a 20,30h. ¡Os esperamos!

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Roy’s Cafe. AMBOY, CA

•octubre 19, 2016 • Deja un comentario

roys-cafe

Coordenadas GPS: N 34° 33.517 W 115° 44.600

County Rte 66
Amboy, CA 92304
rt66roys.com
 

En pleno desierto de Mojave surge de la nada el Roy’s Motel & Cafe, un oasis rodeado de varios kilómetros de arena y polvo. Su construcción data de 1938, cuando la Ruta 66 era la principal arteria de comunicación este-oeste del país. Para llegar a California había que atravesar el desierto, y Roy Crowl vio rápidamente la oportunidad de negocio. Con la ayuda de su yerno Herman «Buster» Harris, puso en marcha el establecimiento, al principio únicamente como gasolinera. Pero Harris era un joven ambicioso y rápidamente concibió una expansión que incluía cafetería, taller de reparaciones y un pequeño motel.

La tenacidad e iniciativa del yerno de Crowl pusieron en marcha la infraestructura para crear un pequeño asentamiento alrededor de la estación de servicio. Harris llegó, incluso, a traer la electricidad directamente desde Barstow instalando él mismo los postes a lo largo de más 120 kilómetros.

El final de la Segunda Guerra Mundial supuso también el cese del racionamiento de neumáticos y gasolina, y las familias norteamericanas descubrieron una nueva forma de hacer turismo. Para los viajeros que iban hacia Los Angeles, el local de Roy era un refugio donde repostar, comer algo y descansar, lo que posibilitó que el pueblo surgido alrededor de la gasolinera contara ya en 1950 con 700 residentes fijos.

Sin embargo, el cambio estético más importante llegó en 1959, año en el que se construyeron la torre de neón -visible a varios kilómetros de distancia-, la recepción con el techo inclinado y el famoso letrero de estética retro futurista.

Durante muchos años, el Roy’s Cafe fue la única parada que se podía realizar en decenas de kilómetros. El negocio se mantuvo abierto 24 horas y 7 días a la semana hasta que en 1974 la nueva autopista alejó el tráfico y el número de visitantes fue cayendo en picado.

Tras una larga agonía, el local y lo que queda del pueblo fue adquirido en mayo de 2005 por Albert Okura, propietario de la cadena de restaurantes Juan Pollo, que ha vuelto a poner en funcionamiento la cafetería -como tienda de regalos- y los surtidores de gasolina. De hecho, el combustible alcanza aquí precios astronómicos debido a lo remoto de su situación. En los planes del magnate del pollo se encuentran reabrir el motel, pero aún no hay una fecha determinada.

El lugar sigue concitando a día de hoy la atención de los viajeros que recorren la 66, así como de algunos famosos como Harrison Ford, que suele aterrizar con su avioneta en la pista que hay junto al motel.

Además, ha sido escenario de películas como ‘Kalifornia’ o  ‘Carretera al infierno’ (filme este de la que ya hablamos en nuestro especial Top 20 Road Movies).

Como punto de interés, a menos de cinco kilómetros hacia el oeste se encuentra el Amboy Crater, un volcán extinto de 6.000 años de antigüedad.

Cadillac Ranch. AMARILLO, TX

•octubre 13, 2016 • Deja un comentario

Coordenadas GPS: N 35° 11.236 W 101° 59.212

Cadillac Ranch
I-40 Frontage Rd
Amarillo, TX, 79124
 

El Rancho Cadillac se ha convertido en uno de los lugares más fotografiados de la Ruta 66. Situado en Amarillo (TX), es una instalación pública de arte creada en 1974 por Chip Lord, Hudson Marquez y Doug Michels, integrantes del grupo artístico Ant Farm.

Consiste en diez automóviles semi enterrados en el ardiente suelo tejano, orientados en el mismo ángulo que la Gran Pirámide de Giza de Egipto, o al menos eso era lo que le gustaba decir al mecenas del proyecto, el magnate tejano Stanley Marsh III.

La inspiración para la obra surgió de un icono de la cultura del motor de mitad del siglo XX, la característica aleta de la cola de la marca. Los modelos utilizados van de 1949 a 1964, dispuestos cronológicamente. La idea era denunciar un problema muy en boga en la actualidad: la obsolescencia programada. Se decía que los magnates del petróleo solían cambiar de coche «cuando el cenicero se llenaba», por lo que las marcas renovaban la línea de sus modelos constantemente, cambiando la forma de las aletas de un año para otro, a fin de seguir colocando nuevos vehículos en el mercado.

Cadillac Ranch 1976

El Cadillac Ranch antes de quedar sepultado bajo kilos de espray. © Wyatt McSpadden

Los artistas escribieron a varios millonarios para intentar obtener la financiación necesaria, y fue un hombre de negocios tejano acostumbrado a promocionar artistas locales, quien recogió el testigo. Los artistas contaron con un presupuesto de 3.000 dólares para, entre otras cosas, poder comprar los diez vehículos en desguaces de la zona.

Como un trasunto de Stonehenge al estilo pop-art, pronto se convirtió en lienzo para artistas de todo el país que, espray en mano, daban rienda suelta a su creatividad sobre el esqueleto de los vehículos. Con el paso de los años se ha convertido en una tradición también entre los turistas que a diario pasan por allí. Nosotros no podíamos ser menos, e hicimos un poco de patria chica:

Ah, y no te preocupes si no llevas pintura, en el suelo siempre hay muchos botes a medias que podrás reutilizar.

Tristemente, el magnate de Amarillo -fallecido en 2014- se vio envuelto durante sus últimos años de vida en varios escándalos por abuso de menores, algo que incluso puso en peligro la superviviencia del rancho tras su muerte. Sin embargo, las últimas noticias parecen indicar que, finalmente, los diez cadillacs permanecerán en su lugar hasta que el polvo de Texas acabe de corroerlos.

Para terminar, aquí van algunas curiosidades:

  • En 2009 fue calificado en el Top 3 de atracciones más extravagantes de EE.UU por los usuarios de TripAdvisor.com
  • Desde su creación, ha sido escenario de numerosos videos musicales e, incluso, da nombre a una conocida canción de Bruce Springsteen.
  • El Cadillac Ranch ha inspirado otras obras similares a lo largo y ancho del país. Una de ellas se encuentra también en la Ruta 66, muy cerca de allí, el Bug Ranch. En este caso, se trata de cinco VW Escarabajo, pero la idea es la misma, y el resultado, también. Merece la pena acercarse a verlo.

 

66 COSAS QUE VER (Y HACER) EN LA RUTA66 – 3ª Parte

•May 19, 2016 • 2 comentarios

<– 2ª PARTE

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En Arizona se encuentra uno de los cráteres mejor conservados del país. El impacto de un meteorito lo creó hace 50.000 años y mide 1.200 metros de diámetro y 170 metros de profundidad. Meteor Crater se sitúa en el área de Canyon Diablo, 18 kilómetros al oeste de la ciudad de Winslow. Al ser de propiedad privada es necesario pagar una entrada para acceder a él; bastante cara, por cierto.

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¿Qué otra carretera podría tener su propia bebida? La Route 66 beer (no te dejes engañar por el nombre, no lleva alcohol) está hecha a base de azúcar de caña y vendría a ser una bebida gaseosa al uso. Está disponible en los ocho estados de la Ruta.

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La Ruta 66 cuenta con tres lugares fetiche, vestigios en ruinas de otra era cuya búsqueda supone el Santo Grial para todo aquel que quiera ir más allá de las tourist traps habituales. Del primero de ellos, John’s Modern Cabins (Missouri), apenas se conserva un cartel oxidado y alguna vieja cabaña semi derruida. Los dos restantes se encuentran en Arizona. Two Guns Trading Post se construyó sobre un cementerio indio y se dice que está maldito. Actualmente se puede llegar a él por una carretera de tierra tras tomar un pequeño desvío. Finalmente, Ed’s Camp es el más difícil de acceder porque se encuentra en una propiedad privada y su dueño no es muy amigo de visitas. Durante la edad de oro de la 66 fue un punto de avituallamiento clave antes de adentrarse en el desierto.

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Aunque, por lo general, a lo largo de la Ruta 66 encontraremos estaciones de servicio más que suficientes para no temer quedarnos sin gasolina, las distancias en Estados Unidos son enormes y nos pueden jugar una mala pasada. Es recomendable llenar el depósito cuando lo llevemos por la mitad para evitar sustos, especialmente en los estados del oeste. Un despiste, un fallo de cálculo, y nos tocará esperar a la grúa en medio del desierto.

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Uno de los side trips imprescindibles cuando se recorre la Ruta es visitar el Gran Cañón del Colorado. Partiendo de la ciudad de Williams, en poco más de una hora nos plantaremos allí. Os recomendamos que lo visitéis al amanecer o al atardecer, os aseguro que es una experiencia casi mística. Puedes contemplarlo también desde el aire, sobrevolándolo en avioneta o helicóptero, o incluso llegar en tren.

Alternativa: Otro lugar de cine que puedes ver es Monument Valley. Está a tres horas de la Carretera Madre.

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Williams ostenta el triste honor de ser la última ciudad de la Ruta circunvalada por la autopista en 1985. Quizás por esta razón, el tiempo parece haberse detenido en ella. Dar un paseo al atardecer por sus calles se convertirá en toda una experiencia. Por desgracia, Williams es también uno de los destinos más masificados de la 66, así que prepara la cartera porque está plagado de tiendas, restaurantes y turistas, muchos turistas.

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En la ciudad de Seligman, Arizona, vive uno de los mayores defensores de la Carretera Madre. De profesión barbero, Ángel Delgadillo fundó en 1987, junto a otros empresarios locales, la Historic Route 66 Association of Arizona, establecida para promover el reconocimiento de la Ruta 66 como carretera histórica. Después de esto, el resto de estados se apresuraron a crear sus propias asociaciones. Con cerca de 90 años, a Ángel se le conoce como el ‘guardian angel’ (ángel guardián) de la 66. Si te acercas por su establecimiento, podrás sentarte en su asiento de barbero y charlar con el hombre de la eterna sonrisa.

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En 1992, otro personaje muy ligado a la historia reciente de la Ruta y ferviente defensor de su recuperación, el artista Bob Waldmire, reabrió Hackberry General Store como punto de información para turistas y tienda de regalos. En 1998 vendió la tienda a John y Kerry Pritchard y se volcó en la promoción de la carretera hasta su muerte en 2009. Este establecimiento es ahora parada obligada para el viajero y uno de los puntos calientes de la 66 a su paso por Arizona.

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La ciudad del pecado está a tan solo hora y media de la Ruta y es otra de las escapadas imprescindibles si recorres la 66. Como reza la canción de Elvis, desearás que el día tuviera más de 24 horas para disfrutar de sus casinos y atracciones varias. Puedes probar suerte en las mesas de juego pero, recuerda, perder hasta la camisa en Las Vegas es muy sencillo, es solo cuestión de proponérselo.

Alternativa: En la ciudad hay varias obras permanentes del Circo del Sol, a cada cuál más espectacular. ¡Aprovecha!

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La localidad de Oatman, en la frontera entre Arizona y California, fue durante muchos años un próspero enclave minero. Sin embargo, cuando el oro se acabó los mineros se vieron obligados a abandonar el pueblo, dejando tras de sí los burros que utilizaban para cargar materiales. Los descendientes de esos animales campan hoy a sus anchas por las calles de Oatman y se han convertido en su principal atracción turística. Si quieres darles de comer, en casi todas las tiendas venden paquetes de ‘burro chow’ para alimentarlos.

Sugerencia: De camino a Oatman para en Cool Spring Cabins.

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Si cogemos un pequeño desvío antes de llegar a Barstow, California, podremos acceder a un pueblo fantasma del viejo Oeste, Calico. Al igual que en Oatman, cuando la plata comenzó a perder valor a finales del siglo XIX, los mineros se fueron del pueblo. En 1950 un empresario californiano compró las minas y creó el parque temático que existe hoy en día, respetando los cinco principales edificios del pueblo tal y como lucían en 1880. En él podremos visitar las minas, panear oro como lo hacían los pioneros o hacer un recorrido en un tren de vapor.

Alternativa: En Carthage, Missouri, se erige Red Oak II, una recreación del artista Lowell Davis de su pueblo natal.

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Los moteles mom&pop son establecimientos independientes, generalmente más acogedores y baratos que los de las grandes cadenas hoteleras nacionales. Además, suelen contar con habitaciones temáticas con ese toque kitsch que tanto apreciamos los viajeros de la Carretera Madre. Si viajáis de Chicago a Los Ángeles no podéis dejar de dormir en uno (o varios) de estos: Wagon Wheel (MO), Munger Moss (MO), Boots Court (MO), Blue Swallow (NM), Roadrunner Lodge (NM), Motel Safari (NM), El Rey Inn (NM), El Rancho Hotel (NM), Wig Wam (AZ), La Posada (AZ), Historic Route 66 (AZ), El Trovatore (AZ) y Saga Motor Hotel (CA). Muchos de ellos llevan ahí desde los inicios de la Ruta 66.

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Como hemos visto en anteriores ocasiones, la Ruta 66 está plagada de lugares cinematográficos. En pleno desierto de Mojave se encuentran las localizaciones en las que se rodó la película Bagdad Cafe. En la pequeña localidad de Newberry Springs sigue abierta la cafetería donde tiene lugar la historia de Jasmine y Brenda. Entra, tómate algo, y disfruta del séptimo arte.

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Y hablando del desierto de Mojave, una de las mayores experiencias que puedes vivir haciendo la Ruta 66 es conducir a través del desierto sin ver un alma durante decenas de kilómetros, con la única compañía de los cuervos y algún solitario tren de mercancías en el horizonte. También llamado desierto Alto, debe su nombre al pueblo indígena mojave y ocupa un total de 124.000 kilómetros cuadrados. Aquí tendrás la oportunidad de parar y hacerte tranquilamente la foto de rigor con los famosos escudos de la Ruta 66 pintados en el asfalto.

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Aparte de los que verás por la calle -todavía hay muchos en circulación-, a lo largo de la Ruta hay varios museos de coches clásicos que harán las delicias de los amantes del motor. Las entradas para estas exposiciones suelen ser bastante asequibles (entre 2 y 5 dólares), pero también tenéis la opción de Russell’s Truck and Travel Center Auto Museum, en Glenrio (NM), un área de servicio enorme que incluye una muestra de automóviles gratuita que no desmerece en nada a otras colecciones de pago.

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En diciembre de 1948, Richard y Maurice McDonald abrieron su primer restaurante en San Bernardino (California), junto a la Ruta 66. La que con el tiempo se convertiría en la mayor cadena de comida rápida del mundo, tuvo unos inicios modestos. El menú consistía en una veintena de artículos, la mayoría cocinados a la barbacoa. El establecimiento ya no sirve comida, ahora es un museo que alberga una extensa colección de artículos históricos relacionados con la franquicia. La entrada es gratuita.

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Fin de trayecto. Tras lidiar con el denso tráfico de entrada a Los Angeles, llegaremos al muelle de Santa Mónica, el final de la Ruta 66. Hay una señal de ‘End of the Trail’ con la que podremos inmortalizar el momento. Tras casi 4.000 kilómetros, ¡ya estamos en la costa del Pacífico! Cuando terminemos en el muelle, ya si eso, podremos ir a buscar a Mitch Bucannan por la playa…

Alternativa: Los más puristas preferirán localizar la placa conmemorativa de fin de recorrido de la Will Rogers Highway, unos metros más al norte del bulevar.

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Situado en el parque homónimo, el observatorio Griffith es un precioso planetario desde el que tendremos L.A. a nuestros pies, con un panorámica insuperable del downtown angelino, las colinas de Hollywood y el oceáno Pacífico. Os recomendamos subir al atardecer para disfrutar de cómo la noche cae sobre la ciudad.

Curiosidad: Fue el escenario elegido para el final de Rebelde sin causa. De hecho, en la entrada del observatorio hay un busto de James Dean.

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El cartel de Hollywood domina las colinas de Los Ángeles y es visible desde gran parte de la ciudad. Para acercarte y tener una perspectiva más próxima del mismo, os recomendamos ir hasta aquí. Por desgracia, a día de hoy es imposible acercarse hasta la base de las letras, vallaron el perímetro hace años para evitar accidentes.

Alternativa: Si eres atrevido y quieres acercarte de verdad, este es el punto más próximo al cartel, pero tendrás que subir andando porque hay una valla que prohíbe el acceso a los vehículos.

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Caminar por el Paseo de la Fama es una experiencia entre mágica y bizarra, pero no puedes abandonar la ciudad sin verlo. La mayor parte del tiempo irás con la cabeza gacha mirando los cientos de estrellas de famosos que pavimentan la calle, lo que hará que te choques con miles de personas que van haciendo lo mismo que tú. En general, Hollywood Boulevard está atestada de turistas y tiendas de baratijas que restan glamour al conjunto. No olvides acercarte al Teatro Chino; a sus pies están las huellas de los famosos, hay más de doscientas.

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Si viajas a la meca del cine no puedes dejar de visitar un estudio de Hollywood. Las tres mayors cuenta con visitas guiadas que permiten conocer los decorados y los platós donde se rodaron -y se ruedan- películas y series mundialmente famosas. Por un lado, Universal Studios está enfocado como un parque de atracciones temático. En la visita a los estudios Warner Bros predomina la información sobre series de televisión. Finalmente, Paramount Pictures permite recorrer sus decorados y platós situados en Melrose Avenue. Un colofón ideal para un viaje de cine.

Alternativa: Si viajas con niños, una opción perfecta es llevarlos a Disneyland. Hay una atracción especial, Cars Land, dedicada a la película de Pixar que seguro que también gustará a los adultos que vengan de hacer la Ruta 66.

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Porque todavía no conozco a nadie que no quiera repetir 😉

Y eso es todo. Somos conscientes de que se nos han quedado muchas cosas en el tintero, así que os animamos a compartir con nosotros vuestras mejores experiencias y aquellas actividades o lugares que añadiríais a la lista. Tenéis a vuestra disposición el grupo de Facebook y el canal de Twitter.

¡Nos vemos en la Ruta!